SOLA

Son las 6 de la mañana y Marcos se levanta, lo primero que hace como de costumbre es ir a la cocina y poner la cafetera, una de esas antiguas italianas; mientras sale el café, va al baño a asearse.

Yo estoy despierta, encendida más bien, no he descansado en toda la noche.

Marcos sale del baño y no me dirige la palabra, lleva así un tiempo, ausente conmigo.

No se si habré hecho algo mal, algo que le haya molestado, yo siempre intento hacer lo mejor para él. A veces llego a preguntarme si sigo siendo necesaria, si le hago la vida más amena, más entretenida, en definitiva si le hago feliz.

Se toma el café sin nada que lo acompañe, se que desayunará más tarde en el trabajo, se que lo hará a eso de las 10.30 y también se que será una tostada con mantequilla y mermelada de fresa. Lo se todo sobre él.

Coge su maletín y se marcha sin decirme nada, sin despedirse, esto hace que me sienta una mierda y me hago preguntas, ¿habrá conocido a alguna más joven que yo, alguna que sea más compatible con su forma de vida, alguna que le ofrezca cosas diferentes a las que yo no puedo llegar?

Pasa el día y lo hago poniendo música para mí, música que dejo de escuchar, que quito y vuelvo a poner.

Escucho a los vecinos, las paredes del piso y mi buen sistema auditivo me lo permiten, discuten mucho y cuando no lo hacen, cuentan cosas que no son interesantes para mi, en realidad ellos no son interesantes para mi, solo una persona lo es y parece que tras dos años juntos, yo ya no lo soy para él.

Pasa el día muy lentamente, se me está haciendo especialmente largo, eterno.

Mi reloj marca las seis menos cinco de la tarde, en breve estará aquí.

Escucho cómo se abre la puerta del bloque, escucho cómo se pone en funcionamiento el ascensor y baja, ahora sube; escucho sacar unas llaves del bolsillo, es él, abre la puerta y me vuelve a hacer feliz, la más feliz diría yo...se vuelve a dirigir a mi y me habla: "Alexa, pon música".